La bala que disparó Marvin Noel Andino Mascareño aquella mañana del 7 de diciembre del 2011, le quitó la vida al asesor de la lucha contra el narcotráfico, Alfredo Landaverde, pero le dio una razón para vivir a su esposa Hilda Caldera, quien viajaba a su lado. Caldera resultó herida aunque no de gravedad; lo que más recuerda de aquél momento es la indignación que la invadió y que fue en ese momento que decidió “esto no se queda así”.
En
la lucha por justicia y por construir el legado de su marido, Hilda Caldera le
encontró el sentido a su dolor. “La lucha de Alfredo le dio sentido a mi vida”
dice visiblemente emocionada. Luchar para que el país no olvide a su marido es la forma en
que esta mujer de 64 años le rinde tributo a su memoria y le da un propósito a
su historia de amor.
“La
lucha da esperanza” dice Hilda Caldera hablando del tema que ha sido el motor
de su vida en los últimos años. Desde aquel día ha vivido para que el nombre y
la lucha de Alfredo Landaverde perdure en la memoria colectiva. Durante diez
años ha trabajado incansablemente: Creó la fundación Alfredo Landaverde; consiguió
una plaza con su nombre y una estatua en el lugar donde fue asesinado; hay un
busto frente a su casa en Santa Lucía; ha promovido la publicación de un libro
de cuentos para niños en Inglés, Español y Misquito y dos libros más que
relatan la vida de Landaverde.
Organizó
la Marathón Alfredo Landaverde y varios concursos de lectura y escritura en
colegios públicos. Se grabó la canción “Para Alfredo” y se han hecho dos producciones
radiales sobre la vida de Landaverde y hasta una producción con dibujos
animados.
El
último proyecto de la Fundación busca llegar de forma masiva a los jóvenes universitarios.
El curso obligatorio de introducción a la vida universitaria incluye un módulo
de ciudadanía en el que Landaverde será la figura principal como modelo de
político honesto. También sueña con la creación del museo Alfredo Landaverde de
la lucha contra el narcotráfico.
“Mí
momento más duro era cuando no hablaban de Alfredo porque yo sentía que mi lucha
no había servido de nada; estaba luchando porque se hiciera justicia, nueve
años que no dejé de luchar por muchas vías, hice tantas cosas”. “El nivel de impotencia
era tan grande que no hallaba por donde luchar, fui a la MACCIH y Jiménez Mayor me dijo que iban a tomar la
causa de Alfredo pero a los tres días renunció. Le escribí al Papa Francisco
para reclamar que la iglesia no luchaba por sus muertos, y me respondió su secretario, incluso mandaron un emisario”.
Hilda
por fin se siente en paz. “Ahora que ya tenemos el autor material en prisión y
los autores intelectuales ya confesaron que eliminaron a alguien que era nefasto
para ellos, puedo decir: misión cumplida Alfredo”. Y también está satisfecha
con lo que ha logrado. “Ahora Alfredo ya vive sin que yo lo esté proclamando,
la lucha ya rindió frutos”.
Sin
embargo, Hilda Caldera quiere algo más, y ha emprendido lo que quizás sea su proyecto más ambicioso: quiere
extender el pensamiento del extinto asesor a la política y para lograrlo se ha
lanzado en la busca de una diputación por la Democracia Cristiana.
“Quiero
darle continuidad al pensamiento de Alfredo, ya logramos que trascendiera históricamente,
empoderarlo, ya el país lo quiere, ya está vivo en los corazones de la gente, es
un símbolo de la lucha contra criminalidad, la corrupción y el narcotráfico” dice
satisfecha.
Después
de la muerte de su esposo Hilda Caldera decidió adoptar la nacionalidad
hondureña. “Nací hija de Bolívar pero ahora quiero ser hija de Francisco Morazán”
dijo en el Congreso de manera espontánea, sin haberle dado pensamiento previo a
la idea. Le tomó tres años lograrlo.
Desde
que se convirtió en hondureña, después de 30 años viviendo en Honduras, varios
partidos políticos la tentaron para que buscara ser elegida diputada o vice
alcaldesa y siempre dijo que no, hasta
que la oferta vino de la Democracia Cristiana.
“Me
rompieron el corazón” dice a punto de llorar. “Es el partido de Alfredo y ha
sido el mío desde antes de conocer a Alfredo, me dieron una buena recepción, el
Partido me está apoyando, se sienten orgullosos porque soy la esposa de un mártir, de un héroe popular que es un símbolo para Honduras de la
lucha por la honestidad”.
“Me
he sentido feliz porque por primera vez en mi vida voy en una planilla, me da mucha
alegría y me encantaría, para Alfredo la política era un servicio, una labor
muy bella, y yo iré al congreso con la misma posición de Alfredo.
“Lo
que me da vida es que él tenga vida, el país ya sabe quién es Alfredo Landaverde,
ahora con esto de la política no tengo un
gran discurso pero no soy de componendas,
con mucho orgullo me postulo por el partido DC que ha sido mi causa, es la
continuación de lo que Alfredo deseó, quiero que se sepa que entro con la misma posición de Alfredo, con ese espíritu de
honestidad y transparencia, eso es clave para mí, voy a luchar por lo que creo”.
El
empeño de esta mujer por mantener viva la memoria de su marido es conmovedor y quizás
está motivado por la marca que le dejaron los últimos años de Alfredo
Landaverde después de que lo despidieron de la Dirección de lucha contra el
Narcotráfico por sus reiteradas denuncias.
“Nadie
lo escuchaba, por eso hablaba cada vez más fuerte, eso hizo que se quedara en
una gran soledad, ni siquiera sus correligionarios le contestaban las llamadas,
por eso no lo puedo dejar solo, no lo puedo abandonar”. Recuerda que en sus
últimos años pasaba sus días recluido en su vivienda y vivía de un salario muy
modesto que el diputado demócrata cristiano Augusto Cruz Asensio le asignó como
asesor. “El día que lo asesinaron iba a cobrar su sueldo” dice.
Ella
lo acompañaba e incluso lo involucraba en sus propias actividades para
animarlo. “Él murió en la lucha y esa lucha tiene un significado, yo fui un testigo
diario de esa lucha y cuando lo asesinaron me dije: “no lo dejo solo”. “Alfredo
amaba la Policía, todos sabíamos cómo funcionaban las cosas pero Alfredo lo
decía, por eso se quedó solo, ver un ser humano luchando solo contra tanta
adversidad marca la vida de una persona, a mí me marcó, por eso agradezco a los
medios y los periodistas porque no lo dejaron solo y cuando me lancé en la lucha
por él, el camino se me abrió”.
“Tuvo
que morir para que se reconociera su lucha, en eso esta su grandeza, yo tenía
resentimiento con él porque se arriesgaba, yo decía “tiene una esposa, una hija”,
pero uno al final entiende que tenía una misión, el profeta es incómodo, Alfredo
vaticinó todo lo que estamos viviendo, si yo no hacia ver esa lucha de nada serviría
su sacrificio”.
Recuerda que en los últimos tiempos
había bajado el perfil porque ya la justicia había actuado y quería enfocarse
en otros proyectos para perpetuar el legado de Landaverde, pero un amigo suyo le sugirió que tenía que
resurgir con Alfredo Landaverde. “Tenemos que hacer algo por la DC me dijo mi hija”
recuerda Hilda y agrega que está convencida de que hay que participar en política.
Sin
embargo, desde el principio sabía que había un obstáculo que sortear en la Constitución.
“El espíritu de la Constitución es bonito, el artículo 37 dice que todos tenemos derecho a elegir y
ser electos contra el que dice que para optar a un cargo de elección popular se
requiere ser hondureño por nacimiento”.
“El
tema de la nacionalidad se ha reformado y se ha acomodado según la persona. Por
ejemplo, en los casos de los expresidentes José Azcona Hoyo y Ricardo Maduro se
hizo prevalecer su ascendencia, aun cuando no nacieron en Honduras”. “Hicimos la
consulta en el CONADEH y viendo los tratados internacionales de protección a
los derechos humanos opinan que es una prohibición que ya no se usa, la
tendencia mundial de la globalización es que el ciudadano naturalizado tiene
los mismos derechos que el nacido en el país, y el comisionado me dio su voto a
favor”.
“Reúno
todos los requisitos excepto el de ser nacida aquí, tengo 40 años viviendo acá,
no tengo prohibiciones en la ley y si la ley no me lo prohíbe me lo permite”.
Hilda está esperando que el Consejo Nacional
Electoral conteste una apelación que presentó. “Estamos esperando que digan si
o no para acudir al Tribunal Electoral y a la Corte Suprema de Justicia, vamos
a agotar las Instancias nacionales”.
“Yo me voy a retirar luchando, a mí
la paz no me da paz. Me dan vida las pasiones, las cosas que lograr, las
luchas, las cosas que podríamos hacer en el Congreso”.
“Álvaro
Albornos, un abogado constitucionalista naturalizado, hizo un análisis de mí caso y me dice que me puedo postular con los mismos argumentos
con los que el presidente Hernández se reeligió,
porque se están violando mis derechos
como ciudadana hondureña”.
“Aquí
los naturalizados somos tratados como extranjeros y no lo somos, escogimos la ciudadanía
hondureña”. ”Todo el mundo se mueve con inmigrantes, en Estados Unidos tienen
derechos, Ricardo Zúniga es hondureño y es un alto funcionario del gobierno de
Estados Unidos y es el que trajo la lista Engels. En Argentina, Canadá,
Colombia, en todas partes tienen derechos pero aquí están cercenados, los nacionalizados
tenemos la ciudadanía a medias”.
Yo
aquí quiero terminar mi vida y no me hago de la vista gorda, quiero un país más limpio, los partidos tienen
un desgaste, todos deben volver a valores tradicionales, incluyendo la
Democracia Cristiana.
Me
anima la participación en política, yo me veo en la lucha por lo que creo, esto
me da alegría, la lucha me da vida, la acción me da vida, concluye Hilda
Caldera.
